Autores
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Relatos del porvenir: reconocer los árboles, los caminos y pobladores como sujetos de dolor.
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Desde el litoral, caminando por los territorios en la búsqueda de la verdad del conflicto.
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Una Maleta colombiana, la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad.
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Los Diálogos para la No Repetición son espacios de participación y discusión social.
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En borrador: intuiciones, experiencias, llanto, canciones, reflexiones, certezas y todo aquello que sea parte de esta transición histórica.
Una palabra que lo define todo
“Hay hilos que cruzan territorios imposibles”.
El sicario entró hasta la oficina de la jueza. Sacó su pistola y la puso encima de la mesa. Tenía silenciador. Quería saber sus planes y los de otros miembros de la justicia. Ese día no la iba a matar. Pero quería contrapartidas. Así que a ella le tocó llamar a quien el señor armado decía. El coordinador de fiscales, una fiscal, un jefe. Pero nadie se presentó. Por fin unos magistrados acudieron a su llamada, y escucharon atentos la amenaza. Después de eso, en lugar de reforzarla, perdió su escolta. Todos los números del horror contra ella. Entonces, tuvo que salir con su familia a Ecuador. He escuchado varias historias así, de sicarios que fueron a advertir a sus víctimas. Algunas querían dinero, otras pedían información, otras tenían su minuto de compasión. La jueza había condenado a un paramilitar que estaba implicado en una masacre, que sin embargo intercedió por ella. Las cosas que nos salvan por la última rendija, a veces están en la frontera del absurdo y de eso que toca la humanidad cuando menos se lo espera. La jueza buena gente, había ayudado a una mujer que le pidió ayuda para poder tener a su bebé que venía en camino. La solidaridad entre mujeres llegó a oídos del paramilitar que era el padre de la criatura. Hay hilos que cruzan territorios imposibles. Ahora, él le devolvía algo de eso.
En el Sahara Occidental, Abdalahi un amigo querido y el mejor traductor del hassenia que tuve tomando testimonios, murió hace un año de un infarto. Había sobrevivido a unos meses de tortura y hambruna en un centro clandestino de detención llamado Agdes, bajo control marroquí, en 1980. Había adelgazado tanto por la hambruna a la que fueron sometidos, que comenzó a consumir sus músculos y quedó apergaminado, en cuclillas, como un feto sin vientre materno apenas pesaba unos pocos kilos que podía tomar en brazos otro de los presos para llevarlo al baño. Cuando estaba a punto de morir, en el patio de la cárcel clandestina, uno de los militares propuso no esperar más y matarlo para que no les despertaran en la noche. Pero llegó el comandante y decidió dejarlo hasta mañana. Al día siguiente, llamó a un enfermero que le puso vitaminas y le empezaron a dar alimento. Cuando ya se estaba recuperando maltrecho, un día lo llamó el comandante: “¿Sabes por qué lo hice? Lo hice porque te miré y te parecías a mi hijo”.
Ella salió al exilio aún más lejos, en Estados Unidos le dieron el refugio. Pero cuando llegó, se le juntaron todas las soledades para las que no había tenido tiempo. La desesperación la tuvo sentada varias horas en las escaleras de una estación de tren, llorando con sus dos niñas. Cuando le pregunto de donde ha sacado la fuerza para enfrentar esa persecución de la que este eslabón es solo una pequeña parte, no tiene un relato de su fortaleza, sino una metáfora que junta la convicción por el valor de la justicia, y de un Estado de derecho en el que cree, a pesar de que el Estado del que era parte no la protegió, y el amor por la gente. Y las tres veces que lo repite, se renueva mi sorpresa: “Es que soy muy romántica”.
Italo Calvino, en sus ‘Lecciones Americanas’, donde analizaba las propuestas para la literatura del próximo milenio en el que estamos, tomó como primera palabra la levedad, frente al peso. Si la hubiera conocido, estoy seguro que ella sería su ejemplo.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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