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Relatos del porvenir: reconocer los árboles, los caminos y pobladores como sujetos de dolor.
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Desde el litoral, caminando por los territorios en la búsqueda de la verdad del conflicto.
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Una Maleta colombiana, la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad.
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Los Diálogos para la No Repetición son espacios de participación y discusión social.
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En borrador: intuiciones, experiencias, llanto, canciones, reflexiones, certezas y todo aquello que sea parte de esta transición histórica.
El tiempo antes
Esas cosas que pasan antes de que sucedan, las que recordamos, son claves para entender los procesos de paz y esta lucha por la verdad.
El Muro de Berlín no se cayó, lo tiraron. Fue en 1989. Pero el muro había empezado a tumbarse antes, cuando se acabó el miedo. En Argentina, las Madres de la Plaza de Mayo se habían atrevido a desafiarlo y dando vueltas a la plaza fueron horadando los cimientos de la dictadura, que cayó tras la guerra de las Malvinas. En la descolonización de la India, Gandhi desafió la imposición de un imperio a base de cosas como desobedecer el impuesto sobre la sal y llevar a cabo la larga marcha para traerla del mar. Esas cosas que pasan antes de que sucedan, las que recordamos, son claves para entender los procesos de paz y esta lucha por la verdad.
La guerra moderna se basa en el uso del terror. O sea, de un miedo a gran escala, en donde se busca paralizar a la población o controlarla. Mi amama, mi abuela, sobrevivió al bombardeo de Gernika, una población que fue destruida por los nazis el 26 de abril de 1937, aunque no era un objetivo militar. Bombardearla fue una manera de transmitir un mensaje de terror a toda la población. En ese caso, también se contó una historia que no tenía nada que ver con la realidad, el franquismo dijo durante 40 años que habían sido ‘Los Rojos’ los responsables.
Otro 26 de abril, el de 1998, Monseñor Juan Gerardi fue asesinado en Guatemala, acabábamos de presentar el informe ‘Guatemala Nunca Más’ en la Catedral. En esa presentación estuvieron víctimas que subieron al altar y recogieron el informe de sus manos. Algunas no iban a leerlo, pero lo abrazaban, porque ahí estaba su historia y los suyos. Las 5.180 víctimas que empezaron a dar su testimonio dos años antes de que se firmara la paz, y las decenas de responsables que decidieron romper el pacto de silencio, ayudaron a hacer nacer esa verdad que aún sigue caminando entre los volcanes, y que no flaquea ante los intentos de detener su marcha.
El terror, la mentira y el silencio también han formado parte de la guerra en Colombia. Las tres cosas son parte de lo que la Comisión de la Verdad puede ayudar a superar. Hay quien quiere volver atrás la historia, como una máquina del tiempo de las películas, pero no para vivir experiencias nuevas, sino para volver a lo malvivido por 9 millones de víctimas. Pero la guerra se está cayendo también aquí, tal vez antes de que se termine de quebrar. Aunque en tantos territorios, la tierra y la población aún están siendo objeto de disputa armada, la ola subjetiva de los que perdieron el miedo y que tumbaron esos muros, es la que puede traer la paz.
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