Autores
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Relatos del porvenir: reconocer los árboles, los caminos y pobladores como sujetos de dolor.
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Desde el litoral, caminando por los territorios en la búsqueda de la verdad del conflicto.
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Una Maleta colombiana, la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad.
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Los Diálogos para la No Repetición son espacios de participación y discusión social.
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En borrador: intuiciones, experiencias, llanto, canciones, reflexiones, certezas y todo aquello que sea parte de esta transición histórica.
Magnicidios y magníficos
Después de esos asesinatos, todo se convirtió en reglas. Para hablar o para callar. Para escribir o para borrar. Para viajar o para quedarse en tal o cual lugar. Los magnicidios tienen un eco de miedo.
Hay asesinatos que son magnicidios. Esos golpes pensados para acabar con alguien y con todo un proceso que lideran o del que forman parte. El asesinato de Mario y Elsa en Colombia, en 1998, supuso un mazazo para la familia y toda la comunidad de derechos humanos. Hay un antes y un después para el CINEP, la organización de los jesuitas de la que hacían una parte tan importante, su asesinato fue un trauma para todos. Hay muertes que vienen con su mensaje. Cuando se mata a quien más sueña, el mensaje es que no se puede, que hay quien manda no seguir soñando. Ese es un golpe mortal, y aunque el trabajo siga, algo se muere. Sus recuerdos me los he encontrado no solo en Colombia, también en Canadá, en Francia o Brasil. Hoy, en Rio de Janeiro, volvemos a aquellos días de la mano de una testigo.
Después de esos asesinatos, todo se convirtió en reglas. Para hablar o para callar. Para escribir o para borrar. Para viajar o para quedarse en tal o cual lugar. Los magnicidios tienen un eco de miedo. He conocido varios países y luchas en la que esos operativos estuvieron pensados para acabar con procesos organizativos o con enteros procesos de paz. Los magnicidios son operaciones estratégicas. No se deciden en una taberna de tres al cuarto, sino en una mesa limpia, como la tortura que sufrió Maritza Urrutia en Guatemala estaba dirigida por un hombre vestido de zapatos lustrosos y pliegue planchado en el pantalón, que es lo único que ella pudo ver.
En medio de ese tiempo de terror, en el CINEP Camilo Castellanos organizó un taller que fui a compartir, con las Comunidades de Paz en Urabá. Esas experiencias prodigiosas de la gente empeñada en proteger un espacio civil en medio de la guerra. En esos tiempos inciertos, donde reinaba el terror y la confusión, su voz profunda era una especie de huella en el camino que te llevaba a algún lugar como una promesa de que algo, que aún no sabíamos, podría nacer. Se trataba de compartir la experiencia de las Comunidades de Población en Resistencia y las comunidades mayas de Guatemala refugiadas en México, con las comunidades de paz y los procesos de retorno de Pavarandó, al Cacarica, a los ríos Perancho y Peranchito, que salían de las mil bocas del Atrato a subir por la selva. Estos días es el aniversario de esa operación Génesis que fue más bien Apocalipsis para la gente. Varias amigas salieron al exilio después de ese tiempo.
En aquel taller estaba participando, como uno más, uno de los líderes, Catalino. Poco después apareció en un video junto con Carlos Castaño, acusando a diestro y siniestro de ser parte de la guerrilla. La guerra de Colombia está llena de historias de gente que se pasó de bando. Los cambios de bando en general son siempre en la misma dirección. A veces, les acompaña el dinero. Otras la rabia. Otras la coacción, de que si no lo haces te lo hacen. En otras, parece nacer una convicción opuesta, con afán de mostrar su ferocidad. Cuando Catalino empezó a señalar al CINEP, me corté la barba porque lo había tenido delante de mí durante tres días y porque, aunque hablamos de paz, la cosa empezaba a estar mal vista en esa época, y por si acaso nos cruzábamos, para que tuviera dudas. Esas cosas que nos decimos para tranquilizarnos a veces son insólitas, pero nos aferramos a ellas.
Camilo, ‘el negro’, era un amigo que siempre estuvo en el mismo bando, el de un tipo de decencia de la que no se puede dimitir. Se nos murió de un infarto. Pero su ausencia es, para muchos y muchas, la del eco de un tipo de magnicidio. Pero nos quedan sus huellas.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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