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Relatos del porvenir: reconocer los árboles, los caminos y pobladores como sujetos de dolor.
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Desde el litoral, caminando por los territorios en la búsqueda de la verdad del conflicto.
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Una Maleta colombiana, la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad.
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Los Diálogos para la No Repetición son espacios de participación y discusión social.
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En borrador: intuiciones, experiencias, llanto, canciones, reflexiones, certezas y todo aquello que sea parte de esta transición histórica.
Del conflicto intratable a más democracia
El malestar social tiene que ser escuchado desde un malestar ético, de que esto es intolerable, y no desde un término medio. Ese es el único lado desde el que se puede tener un diálogo transformador y buscar salidas.
Una ciencia que se quiera histórica debe mirar tanto al pasado como al futuro y, por tanto, no puede contentarse con reconstruir más o menos fielmente lo que se da, sino que debe esforzarse por construir aquello que no se da, pero debiera darse: no los hechos, sino los por hacer.
Esa es una reflexión de Martín Baró —uno de los jesuitas asesinado en El Salvador en 1989 en medio de la ofensiva del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) por parte del batallón Ataclatl—. Así, hace más de 30 años, tenía esa lucidez que sigue enseñando tanto tiempo después de su muerte. Sus reflexiones son una forma de presencia y de dialogo ahora con la tarea de la Comisión de la Verdad.
Colombia en llamas lleva casi quince días. La temperatura de ignición es aquella necesaria para que la materia empiece a arder y la llama se mantenga sin necesidad de añadir calor de afuera. La temperatura de destello es 10 grados más baja, ahí la materia se inflama, pero si se quita la fuente externa de calor, el fuego se apaga. Ya pasamos la temperatura de destello. La reforma tributaria que fue la que apareció como la que puso la llama, ya se quitó, pero el fuego sigue. En este caso, el calor que viene a inflamarlo todo no viene de fuera, sino de dentro. De la inequidad y una democracia herida por falta de respuestas, azuzada ahora con la metodología de las balas. No estamos en la guerra, pero los estereotipos del enemigo se siguen usando de nuevo, aunque las viejas fórmulas tienen claramente un objetivo político, por más que se repitan con letras grandes, ya no sirven cuando la gente ha perdido el miedo. Eso espero.
La psicología no se basa en teoremas como las matemáticas o la física, pero tiene algunos como el Teorema de Thomas, que dice que “si las personas definen las situaciones como reales, estas son reales en sus consecuencias”. Ese teorema define la capacidad del grupo para convertir en reales situaciones que suponen como tales al adecuar su conducta a esa situación. Espero que esto no le esté pasando al Estado ni a parte de la sociedad.
El psicólogo social israelí Dan Bar Tal ha hablado de los conflictos intratables como aquellos que se mantienen en el tiempo y en los que sucesivos intentos —tanto militares como de negociación— no han salido adelante debido a las condiciones estructurales del propio conflicto, pero también a creencias sociales que se transmiten a través de los años y que contribuyen a su mantenimiento, como las creencias sobre la propia seguridad que conllevan mayor militarización, la deslegitimación y encarnación del mal en el otro, una ciega autoimagen positiva o una forma de patriotismo excluyente. En esos conflictos, las instituciones no están preparadas para el cambio exigido por su politización o visiblemente dejan de cumplir unas funciones para mal cumplir otras, o sencillamente se van reduciendo a rutinas formales en las que lo único que importa es la apariencia, pero donde se ceba la corrupción.
En Colombia, para que el conflicto sea tratable se necesita ponerlo en otro sitio, porque donde está y donde se representa no hay salida. Dejar de criminalizar las protestas. Escuchar las demandas. Y tener empatía con los más afectados, muchos muertos y heridos no son solo la estadística del sufrimiento. Hacer de la democracia no una carcasa vacía, llena de cargos, sino un método participativo para tomar decisiones.
El malestar social tiene que ser escuchado desde un malestar ético, de que esto es intolerable y no desde un término medio. Ese es el único lado desde el que se puede tener un diálogo transformador y buscar salidas. La Comisión de la Verdad analiza esas cosas del pasado que siguen haciéndose presentes: la construcción del enemigo, la criminalización de la protesta y la necesaria separación de armas y política. De lo que se trata —sobre todo— es que de esto salga más democracia y no más herida. En Colombia, el pasado es un tipo duro que no quiere irse y del futuro no te puedes fiar si te quedas esperando. La juventud pide paso.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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